Soy una paciente «en activo» con la vida más larga que la cuerda de una cometa. Desde que perdí a mis padres a la edad de 9 años ¿las circunstancias? ¿el destino? se emplearon a fondo a la hora de meter piedras en la mochila que todos llevamos colgada en el alma. Por supuesto no voy a enumerar mis «piedras» sólo decir que hasta que no me he puesto en manos de mi psicóloga no he sido consciente de que eran muchas, muchísimas más de las que yo pensaba.
Ir a un psicólogo era algo que nunca pasó por mi mente ni en los momentos más dolorosos, ni siquiera cuando la idea de la muerte me parecía una liberación, también es verdad que antes se consideraba algo «raro» lo que, por fortuna, hoy es normal.
El día menos pensado la suerte llamó a mi puerta de la mano del mayor de mis cuatro hijos. Él, atravesando un periodo difícil de su vida decidió, aconsejado por un amigo, ir a la consulta de Gema. Recuerdo que en ocasiones, al comentarme cosas que ella le decía, yo apostillaba «¡Caramba! esa chica me gusta». Quién me iba a decir que un tiempo después…
Pasaron algunos años hasta que mi hijo, al verme siempre triste, comenzó a decirme una y otra vez como el que recomienda un destino turístico … «Mamá vete a Gema». Yo le daba largas ya que a éstas alturas de mi vida me resultaba muy difícil desnudar mi alma ante alguien que «casi» no conocía.
Un año me costó dar el paso pero, afortunadísimamente, lo dí. Es la mejor decisión que he tomado desde que hace 47 años elegí a mi compañero y padre de mis cuatro hijos.
Ni en mis mejores sueños pude imaginar que alguien (mi Gema) pudiera ir enderezando a golpe de profesionalidad, constancia y cariño un «árbol» tan añoso como yo que pudiera, con más paciencia que el santo Job, meter en mi dura cabeza la idea de aceptarme, quererme más y no darme tanta «caña». Tendríais que ver su cara cuando digo «Soy un asco, mi vida la tiraría a la basura». Mientras escribo visualizo su mirada, su sonrisa y recuerdo la presión de sus manos en las mías cuando estoy hecha polvo. ¿Cómo se puede querer tanto a un persona que hace poco no conocía?
Sé que me queda mucho por descubrir, aprender e incluso sufrir porque tengo heridas que aún duelen y, cuando se hurga en ellas, sangran pero también sé que en cada cita ella me inocula la fuerza y las ganas de seguir luchando, trabajando, avanzando… ¡viviendo!
Necesito hacer referencia a nuestro vídeo corporativo. Digo «nuestro» porque la primera vez que lo vi sentí la sensación de estar entrando en mi casa y oyendo hablar a personas de mi familia, Gema y Carmen. A Gema la conozco en alma propia, a Carmen a través del alma de uno de mis hijos y de las veces que he tenido el placer de hablar con ella. Nuestras psicólogas son sinceras, honestas y profesionales a carta cabal. Ciertamente para ellas somos especiales y únicos hasta el extremo que, sentada al otro lado de su mesa, Gema me hace sentir como si para ella no existiera más paciente que yo. Indudablemente recibes respeto, protección y cariño a manos llenas. La totalidad de sus palabras podrían haber sido dichas ante notario, no obstante… ¿que mejor «notario» que cada una de las personas que tenemos la suerte de formar parte de la familia de éste acogedor lugar llamado «LA DINAMO»?…
Escrito por Mercedes E.